Niños criados por homosexuales y lesbianas

(Ponencia presentada por el Dr. Erick Quesada (en representación del Centro de Investigación y Promoción para América Central en Derechos Humanos) en audiencia ante la Comisión Permanente de Asuntos Sociales de la Asamblea Legislativa de Costa Rica, ante el proyecto de ley “Reforma del artículo 107 del Código de Familia, impedimento para que personas de la misma orientación sexual adopten menores de edad”. 18 de julio del 2007.)

 

 

            Sobre el tema en cuestión, es importante iniciar por señalar que la  Asociación Psiquiátrica Americana (APA), desde el año 1973, eliminó la homosexualidad del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales.

 

            En este sentido, al día de hoy, no ha sido posible constatar con absoluta certeza qué da origen a la homosexualidad. Al parecer, se trata de la conjunción de una serie de factores genéticos, familiares y psicosociales, entre otros. Sin embargo, algo muy importante es que al estudiarlos a fondo, no muestran ninguna diferencia significativa con respecto a cómo se presentan en las personas heterosexuales.  No ha sido posible determinar aún ningún factor patológico ni psicopatológico relacionado con el origen de la homosexualidad.

 

            Lo que sostenemos es que la capacidad para criar a un(a) menor de edad no está en función de la orientación sexual ni de la identidad de género de la persona adulta. No hay estudios concluyentes que indiquen que personas gais, lesbianas, bisexuales o transexuales no puedan desempeñarse adecuadamente como padres y madres.

 

            Por ejemplo, según un estudio de Bailey y otros (1), (1978), no hay diferencia estadística en el número de hijos de madres lesbianas y padres gais que al crecer se consideran lesbianas y gais, comparado con las hijas e hijos de personas heterosexuales.

 

            Investigaciones realizadas no han mostrado diferencias significativas en la identidad y los roles de género por parte de hijas e hijos de familias homosexuales con respecto a hijos e hijas de parejas heterosexuales, lo que está indicando que el género se ve construido en gran medida por factores que van más allá de la estructura del grupo familiar. Por ejemplo, Richard Green (2), (1978), ha demostrado que los hijos e hijas de madres lesbianas no han tenido dificultades con su identidad de género.

 

             Contrario a lo que podría pensarse por causa de los mitos y estereotipos predominantes en nuestra sociedad, Gold y otros (3), (1994) sugieren a través de sus estudios que los padres gais muestran una actitud de mayor cuidado, se involucran más y ven su papel como padres de forma más positiva que los padres heterosexuales.

 

Una preocupación frecuente es que los hijos e hijas de personas homosexuales o parejas del mismo sexo puedan tener problemas en sus relaciones con otros niños y niñas o jóvenes, por causa de las “distorsiones” o “confusiones” que desarrollarían.  Sin embargo, en un estudio, Patterson (4) (1992), halló que niños y niñas con una madre o un padre homosexual desarrollan relaciones con sus pares similares a aquellos(as) con madre y padre heterosexuales.

 

Incluso, y en relación con la idea de que una familia “normal” debe estar constituida por un padre y una madre, Brewaeys (5) y otros (1989), con base en investigaciones empíricas, sugieren que no hay diferencias significativas entre niños y niñas que se criaron con su padre y los(as) que crecieron sin este.

 

 

Lo que importa no es la estructura del grupo familiar sino su dinámica psicoafectiva, es decir, la calidad de los vínculos…

 

 

En este sentido, hay algunas ideas que consideramos importantes señalar con respecto al tema de la familia y la dinámica familiar en la sociedad costarricense.

 

Por un lado, el concepto de familia contenido en nuestra Constitución Política y el Código de Familia -en tanto fundamentada en el matrimonio heterosexual monogámico- debe cambiar; por cuanto este tipo de familia no corresponde a la realidad de la constitución o de la estructura de un porcentaje importantísimo de las familias costarricenses.

 

Hoy sabemos que la tasa de divorcios se está incrementando, así como que hay una baja en la de matrimonios. Además, que hay un incremento sostenido de las familias uniparentales, en su mayoría con mujeres como jefas de hogar.  La diversidad de las familias costarricenses es algo que siempre ha existido; es algo que por sus implicaciones políticas, económicas y psicosociales no podemos obviar.

 

Por otro, es de suma importancia señalar que el concepto de familia vigente en nuestras leyes contiene un importante sesgo patriarcal; es decir, que se fundamenta en la idea de la supuesta superioridad del hombre sobre la mujer y en el establecimiento de relaciones desiguales de poder con esta y con otros y otras miembros del grupo familiar, como pueden ser niños, niñas, adolescentes y personas adultas mayores.

 

Los siguientes indicadores de violencia intrafamiliar en Costa Rica dan fe de lo que se expone:

 

  • El número creciente de femicidios cometidos por el compañero sentimental o esposo de la víctima.

 

  • Los indicadores crecientes de violencia contra la mujer, niños, niñas, jóvenes y personas adultas mayores al interior de la familia, y de índole física, sexual, patrimonial y emocional.

 

  • Otros indicadores de disfuncionalidad familiar: abandono emocional, el creciente número de niños, niñas y adolescentes en condición de explotación sexual comercial, diferentes formas de trabajo infantil, la adicción de niños, niñas y adolescentes al alcohol, el tabaco y otras drogas y el aumento de casos de embarazos en jóvenes adolescentes, entre muchos otros. Condiciones que atentan claramente contra el principio del interés superior de niños y niñas.

 

  • Tal y como se señaló antes, la familia, en términos de su conformación heterosexual, no incide ni directamente ni únicamente sobre la orientación sexual de sus hijos e hijas, pues de lo contrario sería imposible concebir que un porcentaje importante de las personas gays, lesbianas, bisexuales y transgénero nacieron y crecieron en una familia heterosexual.

 

  • Se ha tratado de argumentar en contra de la adopción de menores por parte de personas o parejas homosexuales, con base en la discriminación de la que serían víctimas por causa de su estructura familiar. Sin embargo, al respecto, sentimos importante plantear dos inquietudes: ¿En el caso de provenir de una familia aparentemente heterosexual, o de padre o madre que aparenten serlo, no podrían ser igualmente víctimas de discriminación por causa de su acento, nacionalidad, color de piel, credo religioso, orientación sexual y condición social, entre otros?  Y de ser así, ¿no debería ser la familia, entendida como aquel grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas, el entorno más indicado para dar el sostén emocional y para facilitarle al niño o la niña la elaboración más adecuada del impacto de dichas formas de discriminación?  Pensamos que este argumento implica la idea de que hay que discriminar por causa de la discriminación; lo que, a todas luces, consiste en un delito de leso derecho natural, y para efectos legales, de leso derecho constitucional.

 

De ninguna manera queremos con esto cuestionar la estructura de la familia heterosexual ni a las familias compuestas por parejas heterosexuales, sino más bien señalar que es la dinámica el componente fundamental –y no la estructura-, de lo que depende que se vele y se cumpla a cabalidad con el interés superior del niño y la niña.

 

Para concluir, me parece que de lo expuesto se desprende que lo realmente importante y urgente en nuestro país es que los esfuerzos que realizamos desde los diferentes ámbitos, frentes y sectores del quehacer nacional se dirijan también a impulsar una trasformación de nuestra visión de mundo predominantemente patriarcal y de su consecuente sistema de valores, de manera que se promuevan el verdadero respeto y cumplimiento de los derechos humanos y la convivencia más respetuosa, solidaria y pacífica posible entre todos y todas.

 

 

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(1) Por ejemplo ver J.M. Bailey, D. Bobrow, M. Wolfe y S. Mikach. “Sexual Orientation of Adult Sons of Gay Fathers,” Developmental Psychology, 31 (1995) 124-129.

 

(2) R. Green, “Sexual Identity of 37 Children Raised by Homosexual or Transsexual Parents,” American Journal of Psichiatry, 135 (1978) 692-697).

 

(3) M.A. Gold, E.C. Perrin, D. Futterman y S.B. Friedman, “Children of Gay and Lesbian Parents,” Pediatrics in Review 15:9 (September 1994).

 

(4) C.J. Patterson: “Children of Lesbian and Gay Parents,” Child Development, 63 (1992) 1025-1040.

 

(5) Brewaeys et al. “Donor insemination: Child Development and Family Functioning in Lesbian Mother Families with 4 to 8 Year Old Children”, próxima publicación; documento facilitado a IGLHRC por cortesía de la organización belga Tels Quels; cita de M. Stevenson y K. Black, “Parental Absences and Sex Role Development, a Meta-Analysis”, Child Development, 59 (1988) 793-814; E. Hetherington, “Coping with Family Transitions: Winner, Losers and Survivors,” Child Development, 60 (1989) 1-4.

 

 

Disminución de las relaciones sexuales

• En relaciones de pareja

Disminución en frecuencia sexual no siempre es negativa

• Al cabo de algunos años es común que las parejas disminuyan la frecuencia de sus encuentros sexuales, lo cual puede deberse a que disfrutan de la relación de otras maneras

Angie López Arias
alopez@prensalibre.co.cr
Foto: Photos.com

Cuando las parejas inician sus relaciones es normal que los encuentros sexuales sean muy constantes, sin embargo, al cabo de algunos años de mantenerse juntos puede que la situación cambie y la vida sexual se vuelva más infrecuente y aunque esto suele verse como algo negativo, no siempre es así.

Con el pasar de los años, el vínculo de las parejas se fortalece, por lo que los intereses van cambiando y a pesar de que siguen manteniendo relaciones sexuales ya éstas no son el centro de la relación sino que se complementan con otros ámbitos, lo cual permite una compenetración mayor.

Y es que las parejas aprenden a disfrutar de otras actividades y llegan a conocer más a fondo otras áreas de sus vidas por lo que el sexo, si bien es cierto no deja de ser importante, ya no es la prioridad y se convierte en una parte de todo lo que abarca realmente una relación de pareja.

Deseo

El director del Instituto Cognitivo Conductual, Galo Guerra, comentó que cuando dos personas se conocen sienten mucha tensión sexual pues es una etapa donde hay mucho deseo y atracción física, por lo cual se busca el contacto físico como los besos, caricias y abrazos.

“Los primeros seis meses son como una luna de miel porque las parejas tienen sexo con frecuencia. Después de ese tiempo como solo había atracción física lo que comenzó con, por ejemplo, cuatro actos sexuales disminuyen a dos o tres por semana, lo cual no está mal, está normal porque la frecuencia sexual tiende a disminuir con el paso del tiempo”, explicó Guerra.

Según dijo, las personas piensan que esta situación es negativa porque se pierde la pasión entre la pareja, esto puede llevar a que alguno de los miembros crea que el amor murió o que hay una tercera persona con quien la pareja está siendo infiel, cuando en realidad no siempre es así.

“Muchas veces ni se dejaron de querer ni hay otra persona, es solo que el sexo no es lo más importante en la relación porque se disfruta de otras cosas como salir a pasear, ir al cine, compartir más, otras áreas de la vida resultan más interesantes. La disminución en la frecuencia sexual no siempre es mala, es que aprecian más la compañía del otro”, agregó.

Disfrute

Guerra manifestó que conforme pasan los años se tienen bajas pero también picos altos en la sexualidad, van a haber épocas en las que tengan más relaciones sexuales y otras que no, esto es porque hay atracciones de otro tipo como la intelectual porque se conoce más a la pareja.

“Puede que haya una época alta donde tengan más de tres actos sexuales por semana, otras que no, ya no hay tanta atracción física y eso no es malo porque hay atracción intelectual, de la compañía de la pareja, le atrae conversar o hacer otras actividades”, afirmó.

“La sexualidad es apenas una de las 10 áreas que tiene que desarrollar una pareja. Es importante porque es un momento de comunicación íntimo y cercano, pero ambos deben sentirse bien con lo que hace, es nuestra sexualidad”, añadió el psicólogo.

Problemas

Aunque no en todos los casos se debe a una situación negativa, en algunos una baja en la frecuencia de las relaciones sexuales sí puede deberse a problemas dentro de la relación de pareja como resentimientos, infidelidades, estrés, entre otros; también hay causas orgánicas que influyen.

El psicólogo Erick Quesada indicó que cuando la vida sexual se vuelve predecible y el sexo ya no genera deseo y pasión es mejor que la pareja converse y sea honesta, es recomendable que hablen sobre lo que sienten para, de ser el caso, aplicar medidas a fin de que el panorama cambie.

“La vida sexual se debe ir renovando, se debe experimentar y permitirse descubrir cosas nuevas, si no la relación se vuelve monótona. La sexualidad en la pareja es muy importante porque es en ese plano donde se juegan las emociones y donde se expresan sentimientos, es un indicador de cómo está la relación”, argumentó Quesada.

Roces

Quesada recalcó que cuando hay problemas en la sexualidad, la relación puede verse afectada, de ahí que sea tan importante no guardar nada, en ocasiones las personas obvian esos temas, lo cual hace que la situación empeore, por lo tanto lo ideal es sincerarse y tratar de mejorar.

“A nivel de relación de pareja hay conflictos, reclamos, resentimientos. El enamoramiento pasa pero la ilusión debe mantenerse viva todo el tiempo que la pareja esté junta. Es necesario contar con un espacio para poder hablar de esos temas en el lugar y momento indicados”, agregó.

El especialista aseveró que si los problemas continúan es conveniente buscar ayuda con un profesional pues así les pueden guiar a hallar solución a sus dificultades, para que puedan así tener una vida de pareja plena y satisfactoria en todo sentido.

Tomado de www.prensalibre.co.cr

 

Pedir tiempo a la pareja

• Pedir tiempo tiene un trasfondo negativo

Pausas en la relación pueden ser riesgosas

• En ocasiones, alguno de los miembros de la pareja pide tiempo para replantear la relación, sin embargo, en ciertos casos no es más que una excusa para terminar

Angie López Arias
alopez@prensalibre.co.cr
Foto: Photos.com

En los noviazgos, es frecuente que uno de los miembros de la pareja pida tiempo para replantear la relación, sobre todo cuando las cosas no marchan bien, sin embargo, a veces esta petición no es más que una excusa para alargar el fin y evitar los efectos que la decisión conlleva.

En muy pocas ocasiones sucede que realmente la persona necesita una pausa para analizar qué fallos han tenido, cómo pueden mejorar y si realmente es conveniente continuar, de ser este el escenario, ese tiempo de reflexión podría resultar saludable porque lo que se quiere es optimizar el vínculo.

El psicólogo Erick Quesada indicó que cuando se pide ese tiempo, lo ideal es que sea un momento para aclarar las dudas que existen o solucionar los problemas que prevalecen en la relación, y que la persona que solicite ese espacio lo debe dedicar realmente a pensar qué siente y qué quiere.

“Eso sería lo ideal pero es cierto que hay quienes piden ese famoso tiempo cuando en realidad no se animan a terminar la relación. Romper no es fácil sobre todo si la otra persona es absorbente o se muestra muy enamorada, por lo que se hace como una forma de ir preparando al otro para el desenlace”, aseveró Quesada.

Con la verdad

Aunque muchas personas lo hacen con la intención de no hacer sufrir a su pareja, en realidad la hieren más, y es que lo conveniente siempre en este y otros casos es hablar con la verdad porque puede que la novia o el novio acepten dar ese tiempo pero se mantienen con la ilusión de volver y desconocen por completo las intenciones de su pareja.

En la mayoría de los casos a la persona le toma por sorpresa la petición de su pareja, lo que resulta igual de doloroso que si terminara, por ello, a pesar del sufrimiento que le pueda ocasionar, lo conveniente es decir lo que se siente, lo que se piensa y lo que se considera es lo mejor para ambos.

“La persona está en todo su derecho de preguntarle a la pareja que le pide tiempo que le hable con absoluta sinceridad porque presiente lo que viene, si es para terminar mejor que lo diga de una vez. Esa situación genera mucha zozobra e incertidumbre, para su tranquilidad debe exigir honestidad”, afirmó el especialista.

Cuando se pide tiempo, dijo Quesada, el verdadero objetivo es que la pareja deje de verse para que esa distancia genere sensaciones y sentimientos y así los miembros puedan analizar si realmente se hacen falta, si la relación responde solo a la costumbre y si por lo tanto lo sano es terminar.

“Eso pasa cuando en las parejas hay puntos complicados que aclarar y cuando hay una mezcla de sentimientos, por eso se debería sacar un espacio para tomar una decisión, ya sea seguir o terminar la relación. El tiempo es relativo pero no pueden ser períodos muy cortos porque se necesita tiempo para que el proceso interno vaya dándose, es un lapso prudencial”, puntualizó.

Espacio

Para el director del Instituto Cognitivo Conductual, Galo Guerra, cuando se pide tiempo en la relación puede ser por dos situaciones: porque realmente se quiere terminar y se utiliza solicitud como excusa, o porque sí se desea mejorar la relación y analiza cómo hacerlo.

“Cuando la pareja pide un tiempo es porque han tenido problemas importantes, porque hay cosas que no están funcionando y uno de los dos siente que no van por buen camino, de pronto ya no hay complementariedad y entonces puede ocurrir que se pida tiempo para reflexionar”, indicó Guerra.

Guerra explicó que en la gran mayoría de los casos lo que sucede es que una o las dos partes no están cómodas, se quieren separar pero no están seguros o porque tienen miedo de la reacción de la otra persona entonces se trata de ablandar la situación para que no se tome una actitud negativa.

“Puede obedecer a la antesala de una ruptura, no se anima a romper de un solo e intenta ir terminando a poquitos pero es peor, en esa pausa siempre queda el nexo con la persona por lo que pueden haber pleitos y demás complicaciones. Es muy doloroso”, aseguró Guerra.

Libertad

En otros casos puede que la persona necesite tiempo para aclarar sus sentimientos o crecer como persona. Y es que Guerra indicó que el hecho de que sea pareja no quita que se siga creciendo individualmente, puede que los intereses individuales estén cambiando y choquen con los de la pareja y por ello se pida tiempo para reflexionar, esto se da en una pareja madura.

“Jorge Bucay definió el amor como ese espacio de libertad que yo construyo para la otra persona, donde le permito tomar decisiones por sí misma aunque estas no me gusten y aunque eso implique que se aleje de mí. Lo que va a ocurrir entonces es que se le da ese espacio porque se le ama, se le deja ser libre y tomar sus propias decisiones aunque no gusten”, agregó.

En este escenario, el tiempo que se dará es el que la persona necesita, no hay límite y la pareja lo espera porque de verdad se aman, son maduros y quieren lo mejor para cada uno. Es una pareja que de verdad quiere aclarar sus ideas y entenderse más.

“La diferencia entre un caso y otro se sabe porque en el negativo hay confusión, indecisión y contradicciones, en el otro la persona se muestra clara, honesta y sin incertidumbre”, puntualizó.

 

Tomado de www.prensalibre.co.cr