¿Existe la “ideología de género”?

Para tratar de responder a esta pregunta, es fundamental ir a los conceptos. Se entiende ideología como un sistema de ideas que crean una visión de mundo y una moral social particular, en función de un lugar y una época determinados. Por ejemplo, se habla de ideología patriarcal, que sirve de fundamento a la visión de mundo y a la moral de nuestras sociedades machistas. Por su parte, el género es una categoría de análisis proveniente de las Ciencias Sociales, que se utiliza para describir y explicar los fundamentos ideológicos de las relaciones de desigualdad entre mujeres y hombres, así como en los estudios sobre la diversidad sexual.

En realidad, la “ideología de género” no responde a algo que exista, los componentes de este término son simplemente contradictorios e incompatibles. Pero, ¿a qué se hace referencia entonces cuando se le utiliza? Por ejemplo, a la teoría feminista, cuyo objetivo es la comprensión de la desigualdad y opresión histórica de las mujeres en las sociedades patriarcales; a los estudios de género, que focalizan su atención en los procesos de construcción social de las identidades femeninas y masculinas, incluyendo los estudios sobre las personas gais, lesbianas, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI).

Por otra parte, a los movimientos feministas, cuyo fin es que las mujeres cuenten con las mismas oportunidades y derechos que los hombres en el marco de la construcción de sociedades igualitarias, no sexistas; y a los movimientos por los derechos humanos de las personas LGBTI, cuyo objetivo es el reconocimiento pleno de sus derechos humanos y el respeto a su dignidad.

Dado lo anterior, la “ideología de género” es el estandarte de una campaña impulsada internacionalmente por grupos e instituciones conservadoras, que con base en una serie de información imprecisa y en ocasiones falsa, pretenden generar confusión y temor en la ciudadanía sobre lo que persiguen los movimientos feministas y por los derechos humanos de la población LGBTI. En Costa Rica, se ha enfocado en contra del Programa de Educación para la Sexualidad y la Afectividad Integral del Ministerio de Educación Pública.

Quien haya leído, y tenga un conocimiento básico sobre este tema, sabrá que muchas de las ideas con la que se pretende alarmar a la ciudadanía son totalmente falsas. Por ejemplo, que se niega la realidad biológica del ser humano, y que se adoctrina a niñas y niños para que piensen que pueden elegir ser hombres o mujeres y para promover la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad o ser transgénero. La orientación sexual y la identidad de género no son producto de adoctrinamiento.  ¿Usted recuerda en qué momento de su vida le convencieron para que se sienta mujer o hombre, o para que le gusten las mujeres o los hombres? Por otra parte, se dice que se atenta contra la familia. Las personas LGBTI han estado presentes en nuestra sociedad desde siempre. Si fueran una amenaza, desde hace mucho no existirían las familias tradicionales. Este mismo razonamiento aplica cuando se dice que estos movimientos atentan contra la vida. En realidad, son la discriminación y la violencia por razones de género, orientación sexual e identidad de género son las que atentan cotidianamente contra la dignidad y la vida de las mujeres y las personas LGBTI.

Ante este tema, tenemos dos opciones: permitir que con base en estereotipos e ideas falsas nos asusten y nos hagan cómplices de una campaña que provoca un profundo daño,  o informarnos, reflexionar y hacer uso de nuestra capacidad y nuestro derecho a pensar de forma autónoma, critica y objetiva. Esto último nos ofrece la invaluable posibilidad de crecer y de convertirnos en mejores personas.

 

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Ética individual y bienestar social

Mientras que la moral responde a las normas socialmente establecidas que condicionan la interacción entre las personas, incluyendo aquello que se considera correcto o incorrecto, bueno o malo, la ética trata del estudio de la moral, de sus orígenes históricos, del impacto de esas normas y de cuáles deberían ser aquellas que nos acerquen al ideal de la convivencia más armoniosa posible, así como al mejor proceder en los diferentes ámbitos del quehacer humano.

Todas las personas tenemos la capacidad para hacer el ejercicio ético de revisar y valorar nuestras normas morales y nuestras conductas. Erich Fromm, psicólogo social humanista, explicó en su libro “La patología de la normalidad”, que aquello que la mayoría hace, piensa o siente,  no es necesariamente normal , o mejor dicho adecuado o sano, por el hecho de que lo haga la mayoría.

Por ejemplo, vivimos en una sociedad machista, xenofóbica, clasista, racista y que rechaza a las personas pertenecientes a la diversidad sexual, entre otros defectos sociales, los que se fundamentan en estereotipos que son capaces de traducirse en conductas discriminatorias y violentas, que pueden provocar un profundo daño, y en ocasiones la muerte, a quienes son víctimas de éstos. Los estereotipos son generalizaciones sobre distintos grupos de personas en las que no media un análisis crítico, la información debida o el acercamiento necesario para determinar, con conocimiento de causa, si lo que estos afirman es real o falso.

El ejercicio ético de revisar nuestros estereotipos encierra grandes oportunidades de aprendizaje y crecimiento personal.  Significa informarse, investigar, reflexionar, conocer mejor a nuestros congéneres, desarrollar la empatía y, más allá aun, humanizarnos.  Bien puede decirse que una persona está frente a la gran oportunidad de humanizarse en la medida en que desarrolle la capacidad de verse reflejada en la humanidad de quienes le rodean.

Además de lo anterior, el ejercicio de la ética individual se traduce en otros aspectos que deberían ser parte de nuestra responsabilidad como ciudadanía.  Implica la posibilidad de desarrollar y comprometernos con diversos proyectos e ideales dirigidos a impulsar la justicia social, la igualdad y la solidaridad entre las personas; es decir, a construir una mejor sociedad para las próximas generaciones.

La preocupación por la ética individual no es un hábito que hayamos desarrollado. No ha sido parte del currículum educativo o no se le ha dado la importancia que tiene. Sin embargo, es algo que podemos empezar a hacer en cualquier momento.  Hoy más que nunca tenemos un universo de información a un “clic” de distancia. La reflexión ética pasa por todos los ámbitos de nuestras vidas: laboral, familiar, de pareja y de amistad, así como por nuestra visión de mundo y nuestras creencias y convicciones, por ejemplo de índole político y religioso. No hay nada de nuestro mundo moral que no pueda ser revisado y mejorado. En una época en la que la violencia y la desazón van en aumento, una sana preocupación ética puede brindarnos las herramientas para revertir estos procesos, y a la vez,  dotar de un mayor sentido a nuestras vidas.

 

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Las marchas por «la vida y la familia» y el crimen de Daniel Zamudio

En 2013, participé en la V Convención Internacional de la Asociación de Familias por la Diversidad Sexual, en Lima, Perú.http://familiasporladiversidad.org/convencion…/v-convencion/

En una de las actividades, madres y padres de personas gais, dieron su testimonio sobre el asesinato de sus hijos. Yo, que tenía experiencia de trabajo psicoterapéutico con personas lesbianas, bisexuales, gais, transgénero e intersexuales (LGBTI), creía que seguramente ya lo había escuchado todo. Pero no era así. Puedo evocar con claridad la imagen de una madre hablando de cómo a su hijo lo encontraron divido en partes en un refrigerador; y de Iván Zamudio, el padre de Daniel, decir que durante la confesión de los asesinos de su hijo en Chile, describieron cómo sonaban sus huesos cuando lo lanzaban con la mayor fuerza posible una y otra vez contra el pavimento. https://es.wikipedia.org/wiki/Daniel_Zamudio

¿El móvil de estos crímenes? El desprecio y el odio aprendido hacia las personas LGBTI. Por un momento, sentí que no iba a ser capaz de seguir escuchando, y empecé a buscar con urgencia la forma más rápida de salir de ese lugar.

Ya sabía porque lo había estudiado, pero más aún porque lo había escuchado de sus propios labios, que las personas LGBTI son víctimas cotidianamente de múltiples formas de discriminación y violencia; pero la experiencia en Perú me permitió dimensionar lo que el odio es capaz de hacer.

Este domingo 3 de diciembre, la Iglesia Católica realizará una marcha en pro de “la vida y la familia”, que reforzará estereotipos (ideas falsas y generalizadas) sobre las personas LGBTI, con el potencial efecto dañino que esto conlleva.

Podría en este punto, hacer énfasis en que existen diversos y muy bien fundamentados enfoques teológicos que no consideran anormales o pecaminosas a las personas LGBTI, o a que la Organización Mundial de la Salud eliminó, desde 1990, a la homosexualidad del listado de “trastornos de la sexualidad”.

Pero me parece más importante invitar a reflexionar a quienes participarán de la marcha, si lo harán a pesar de que estarán promoviendo los mismos estereotipos que provocaron la muerte de Daniel Zamudio; el mismo odio que podría atentar contra la dignidad o la vida, sin ni siquiera sospecharlo, de sus seres más queridos.

Carta Pública al señor José Rafael Quirós, Arzobispo de San José y Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

Quienes integramos el Grupo de Apoyo para Familiares y Amigos(as) de la Diversidad Sexual de Costa Rica (GAFADIS) queremos dar respuesta al Comunicado de la Conferencia Episcopal de Costa Rica sobre la “Ideología de Género”, firmada por su persona el pasado 2 de octubre del año en curso.

En primer lugar, nos parece una profunda inconsistencia que usted indique que: “Primeramente reafirmamos, nuestro respeto por aquellas personas de una orientación sexual no heterosexual y recordamos a todos los miembros de la Iglesia, y de la sociedad en general, su derecho a ser acogidas con respeto y delicadeza, evitando todo signo de discriminación injusta.”

Nuestros seres queridos gais, lesbianas, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI), no han sido tratados con ningún respeto por parte de la iglesia que usted representa. Han sido calificados de aberrados, inmorales y pecadores, les han dicho desde la niñez que están condenados al infierno y les han condicionado la salvación a que no sean consecuentes con su forma de ser y de amar. Tampoco su iglesia se ha pronunciado contra la discriminación y la violencia que sufren cotidianamente, no han utilizado los púlpitos para hacer referencia al sufrimiento que la exclusión infringe, de cómo esto atenta directamente contra su dignidad, su autoestima y su derecho a tener una vida plena; de cómo esto contraviene a todas luces el principio del amor al prójimo.

Otro aspecto al que deseamos referirnos es al término “Ideología de Género”. Desde el punto de vista académico, particularmente desde la Epistemología de las Ciencias Sociales, es claro y evidente que la “Ideología de Género” no existe. Lo que sí existen son una serie de movimientos sociales, como el Feminismo y los movimientos por los derechos humanos de las personas LGBTI, que trabajan por la igualdad real o sustantiva para todas las personas; independientemente de su sexo, género, orientación sexual e identidad y expresión de género. Tienen como objetivo, con base en diferentes disciplinas científicas y desde el enfoque de derechos humanos, señalar los aspectos estructurales de nuestras sociedades machistas y heteronormativas que dan origen a los múltiples procesos de discriminación y violencia de las que son víctimas, en aras de promover la toma de conciencia del daño profundo que éstos son capaces de provocar. En GAFADIS, trabajamos para que nuestras hijas, hijos y seres queridos LGBTI sean respetados plenamente en términos de su dignidad, y para que todos sus derechos sean debidamente reconocidos y respetados.

En este mismo sentido, identificamos en su comunicado una serie de ideas distorsionadas o totalmente falsas sobre lo que ustedes denominan “Ideología de Género” y lo que el Programa de Estudio de Educación para la Afectividad y Sexualidad Integral del Ministerio de Educación Pública pretende. Señor Arzobispo, nos da la sensación de que usted está haciendo referencia a un documento totalmente diferente. Nos parece importante llamar la atención de la opinión pública sobre el hecho de que, dada la reconocida trayectoria académica e intelectual de la Iglesia Católica, hayan sus líderes decidido utilizar la “Ideología de Género” para crear una campaña de miedo fundamentada en ideas falsas. Esto nos refiere directamente a las clásicas estrategias del quehacer político tradicional, en las que el fin justifica los medios; en los que el bienestar del ser humano, su dignidad, la verdad y la objetividad quedan en un segundo o tercer plano cuando lo que interesa es que las mayorías sigan pensando en función de los intereses de los grupos e instituciones hegemónicas.

Por otra parte, en GAFADIS consideramos que otorgar a la familia conformada por hombre y mujer el estatus de “familia natural” responde a un asunto de dogma religioso, que podría ser aceptado o no por otras iglesias o denominaciones religiosas, y que sin duda no corresponde a la realidad de la conformación de los grupos familiares en Costa Rica. Para GAFADIS, una familia es un grupo de personas que, sin importar cómo esté conformado, quienes lo integran se vinculan en términos de amor y cuidado mutuo; lo que constituye su razón principal de ser.

Usted indica que: “La diferencia y la complementariedad entre el hombre y la mujer, que están en el vértice de la creación, no es para la contraposición o la subordinación, sino para la comunicación y la generación siempre a imagen y semejanza de Dios”; sin embargo, aquí hayamos otra profunda inconsistencia: la iglesia que usted representa se fundamenta en una cosmovisión patriarcal, que justifica las relaciones de poder y opresión de los hombres sobre las mujeres, lo que se ha constatado una y otra vez, está en la base de la violencia hacia éstas y de otras expresiones del violencia social. Sin embargo, no se observa de ustedes una posición clara y frontal ante estos flagelos sociales, sino que continúan pregonando, ahora con base en la “ideología de género”, un discurso que refuerza, desde el punto de vista religioso, los estereotipos que dan pie a estas formas de violencia. En GAFADIS pensamos que no importa cómo el grupo familiar esté constituido, sino que lo fundamental es que los vínculos entre quienes lo conformen estén mediatizados por el amor, la horizontalidad, la igualdad y el respeto irrestricto a la dignidad de cada quien. Necesitamos con urgencia en nuestra sociedad grupos familiares no patriarcales ni heteronormativos.

Con respecto al papel del Estado en la educación de la sexualidad y la afectividad, consideramos que éste está cumpliendo con su obligación de educar a nuestros niños, niñas y adolescentes en función de sus derechos sexuales y reproductivos: tenemos un alarmante número de embarazos y partos en niñas y adolescentes, y según la Encuesta sobre Salud Sexual y Reproductiva de 2016, una gran mayoría de costarricenses no son capaces de definir las siglas VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana), y desconocen también en alto porcentaje otras infecciones de transmisión sexual. A esto hay que sumar que tiene como objetivo prevenir y erradicar el maltrato homofóbico en escuelas y colegios. Aplaudimos el gesto del Estado y del Ministerio de Educación por brindar una educación de la sexualidad que les permita a nuestra niñez y juventud informarse y hablar con la naturalidad debida de estos temas, y que a su vez les permita tomar las mejores decisiones en el marco de la libertad con responsabilidad.

La razón de ser de GAFADIS es el amor incondicional por nuestros hijos, hijas y seres queridos LGBTI. La fuerza del amor es capaz de superar cualquier prejuicio, de superar cualquier obstáculo para acompañarles en su proceso de aceptación y de diseño de un proyecto de vida pleno. Independientemente de su orientación sexual, identidad y expresión de género, consideramos a nuestros seres queridos como plenos en su condición humana; dotados de las mismas capacidades y dones morales y espirituales, capaces de amar, conformar un grupo familiar y de aportar al desarrollo de nuestro país. En GAFADIS hemos presenciado como en cuestión de muy poco tiempo, el amor de madres y padres ha sido capaz de superar prejuicios, estereotipos y concepciones religiosas que provocaban vergüenza, rechazo y desprecio hacia nuestros seres queridos. Les hemos escuchado decir que ahora son mejores personas, porque han sido capaces de superar aquellos obstáculos que les impedían dejar fluir el amor al prójimo sin condiciones; lo que nos hace sentir más cerca de lo que aprendimos era y es la esencia del mensaje de Jesús.

Invitamos a todas las personas a las que llegue esta carta, a reflexionar sobre la sociedad en la que vivimos y en la que quisiéramos vivir, sobre los orígenes de la violencia social que tanto sufrimiento y muerte provocan todos los días; y de qué forma podríamos entre todas las personas aportar a una sociedad más justa e igualitaria.

Señor Arzobispo, el amor al ser humano, en su asombrosa y maravillosa gama de posibilidades de expresión de su sexualidad, es la razón última de ser de nuestro trabajo. Sentimos y pensamos que en el amor genuino y sin condiciones radica la esperanza de que nuestras sociedades se conviertan en lugares en los que todas las personas tengamos la posibilidad de florecer sin limitaciones, amenazas de castigo o siendo víctimas de diferentes formas de discriminación y violencia que tengan como fin evitar que la voluntad creadora se exprese en cada ser humano.