Sexualidad y virginidad

Sexualidad debe ejercerse con mucha responsabilidad

• Tema de la virginidad quedó atrás

• La educación es clave para que las personas puedan ejercer su sexualidad sana y  responsablemente

Por Angie López Arias

Antes las mujeres debían conservar su virginidad hasta que contrajeran matrimonio con la pareja con la cual compartirían el resto de sus vidas, y aunque hoy este pensamiento ha quedado en el olvido, hay mayor conciencia de las personas para ejercer su sexualidad de una forma sana y responsable.

Para algunos especialistas, el que la población femenina debiera “guardarse” virgen para su esposo era simplemente una actitud machista pues era un mandato social exclusivo para las mujeres no así para los hombres, por ello, poco a poco la situación ha ido cambiando, pues los roles tradicionales han quedado atrás.

“Es un constructo social que es representativo para las mujeres y los hombres, el que una mujer se preserve pura ha tenido una connotación de índole religioso. Las personas tienen derecho a ejercer su sexualidad sin tener presión pues las personas sienten culpabilidad al no respetar esos mandatos lo cual a nivel de sexualidad puede crear trastornos”, explicó la psicóloga, Marielos Hernández.

Para la experta, lo importante es que si una mujer o un varón deciden no tener relaciones sexuales hasta el momento que consideren oportuno, sea por una elección propia y no ejercida por presión ya que de ser así es cuando comienzan a aparecer diversas problemáticas, de ahí que la persona deba ejercer su derecho a decidir.

Cambios

Hernández aseguró que actualmente hay cirugías que permiten la reconstrucción del himen, por tanto, la virginidad no se trata de un aspecto físico.

“En una sociedad donde la virginidad se puede lograr a través de un cirugía se manda el mensaje de que todo se puede cambiar, es una sociedad que encuentra posibilidades de manipular corporalmente por lo que se pierde la perspectiva  de lo que se quiere. El hecho de que una mujer se case blanca, pura y casta no garantiza un matrimonio perfecto”, asevero Hernández.

Lo ideal es que las personas inicien su vida sexual cuando se sientan preparadas para ello, cuando hay madurez, cuando estén con una pareja estable y cuando conozcan las formas adecuadas de evitar riesgos.

“Las personas deben vivir su sexualidad respetando sus deseos en el tanto no hagan daño a otros no como algo persecutorio ni como un pecado. La virginidad es una elección sana y respetable porque la persona decide entrar en actividad sexual cuando lo considere oportuno si tiene la madurez para ello”, afirmó.

Responsable

Para el psicólogo, Erick Quesada, no es que del todo haya perdido importancia pero ahora en el presente, el tema de la virginidad no es tan relevante como hace 30 años, en parte se debe a un proceso paulatino en el que la mujer se despoja de los roles tradicionales, dejan de someterse a imposiciones sobre su propio cuerpo y se apropian de su derecho de explorar su sexualidad”, afirmó.

El especialista indicó que las personas deben considerar su vida sexual como un asunto que deben manejar con absoluto respeto hacia sí mismos.

“Ahora no se habla de que si una persona es virgen o no, sino con que nivel de responsabilidad maneja su vida sexual: si está preparada, si es una decisión personal, si se cuida física y emocionalmente, si está con alguien con la cual desea y se siente segura y si sabe evitar cualquier consecuencia no deseada. A través de esto aprende a conocer su cuerpo y a definir quien es sexualmente hablando”, agregó.

Origen

Por su parte el sexólogo, Eduardo Ruiz, aseveró que el tema se originó a la luz del concepto de fidelidad pero no como un mutuo compromiso sino como una exigencia del varón hacia la mujer como una necesidad para tener la certeza de que solo tuviera hijos de él, por tanto, se valora la virginidad como una condición conveniente a los intereses sociales de la época.

“La virginidad fue sobrevalorada en una situación de clara injusticia. En el momento de la anticoncepción es que ellas por primera vez en la historia tienen la posibilidad de lograr sus sueños aunque estos no estén ligados al hogar. La virginidad deja de verse como una cualidad porque una persona sin himen no es deshonesta o sin valores, pero es algo que se concibió como hace cinco segundos en la historia.

Tomado de: www.prensalibre.co.cr

Tercera edad y orientación sexual

Tercera edad y orientación sexual


Por Dr. Erick Quesada*

Antes de hablar de orientación sexual y tercera edad, es importante señalar que el componente sexual se mantiene activo en los seres humanos hasta el final de sus vidas. La sexualidad es un tema tabú, mediatizado por una serie de distorsiones que no pocas veces provocan miedos, ideas erróneas, dudas y fuertes sentimientos de culpa en las personas.

En este sentido, se nos ha hecho creer que los seres humanos, luego de cierta edad,  sufren una disminución significativa e incluso la desaparición del deseo sexual, lo que no es necesariamente cierto. Si bien se sabe que con el pasar de los años las personas experimentan cambios en su respuesta sexual, esto no tiene por qué afectar su deseo sexual, ni su capacidad para disfrutar del encuentro íntimo con otras personas.

Más bien, esto podría responder a una demanda social con un trasfondo moral: “las personas adultas mayores no deberían sentir deseo”; como si esto resultara algo inadecuado o vergonzoso.  El tema de la sexualidad aplica a todas las personas por igual, sin importar su orientación sexual e identidad de género. A pesar de que giran una serie de mitos y distorsiones sobre las personas gais, lesbianas, bisexuales y transgénero (travestis, transformistas, transexuales  e intersexo) con respecto a su sexualidad, lo cierto es que cuentan con el mismo derecho y las mismas capacidades para llevar a cabo una vida plena y saludable en este ámbito de sus vidas.

Dado que se ha demostrado que la homofobia internalizada (el miedo y rechazo que la pesona gay, lesbiana, bisexual o transgénero experimenta hacia sí misma) está en íntima relación con la puesta en acto de conductas sexualmente riesgosas, en la actualidad se insiste en que las personas adultas mayores pertenecientes a esta población tengan muy en cuenta las prácticas sexuales seguras, pues igualmente corren el riesgo de infectarse con alguna infección de transmisión sexual (ITS) y/o con el VIH-SIDA.

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Machismo y homofobia

Masculinidad, machismo y homofobia

Por Dr. Erick Quesada*

Podría definirse al machismo como el conjunto de conductas, normas sociales, formas de pensar y de sentir propias de nuestros sistemas patriarcales, los que a su vez se fundamentan en la concepción de la supuesta superioridad del hombre sobre la mujer, y en la distribución desigual de poder entre éstos.

En la cultura machista, valores como la agresividad, la actividad, la exploración, la racionalidad y la acción sobre el medio y los recursos naturales se ven exacerbados hacia una agresividad destructiva, la actividad como principio del enriquecimiento y/o el poder sobre otros(as), la explotación de la naturaleza y de otros seres humanos.

Desde hace siglos, los hombres somos socializados para poner en acto nuestra masculinidad con base en estos principios y valores. No por casualidad las estadísticas demuestran el alto riesgo, tanto para nosotros como para otras personas, que esta forma de expresar nuestra identidad de género conlleva: los índices de violencia intrafamiliar contra la mujer, niños(as) y otras personas en el seno familiar, de homicidios y suicidios, de consumo de alcohol, tabaco y otras drogas –sólo para mencionar algunos-, se han disparado en los últimos años.

Por su parte la homofobia, o el miedo, rechazo y desprecio hacia los hombres gais (aunque no debe olvidarse que esta actitud también se dirige hacia mujeres lesbianas (lesbofobia), personas bisexuales (bifobia) y personas transgénero (transfobia)), es el alto precio que estas personas deben pagar por no cumplir con uno de los más importantes mandatos que nuestra sociedad patriarcal deposita sobre el hombre: ser tradicionalmente masculino (macho) y heterosexual.

Actualmente se plantea la posibilidad de cuestionarnos los fundamentos de nuestra identidad masculina para ensayar formas más sanas, asertivas y solidarias de convivencia, tanto con nosotros mismos, como con nuestro entorno total.  Es probable que mientras más nos alejemos, hombres y mujeres, del modelo de masculinidad tradicional y de sus valores, más nos aproximemos a una cultura del respeto hacia el ser humano, sin importar su orientación sexual.

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Homofobia y VIH-SIDA

Homofobia y VIH-SIDA

Por Dr. Erick Quesada*

La homofobia consiste en el miedo, rechazo e incluso desprecio hacia los hombres gais (aunque no se debe olvidar que también se da hacia personas lesbianas (lesbofobia), personas bisexuales (bifobia) y personas transgénero (transfobia). La homofobia se expresa de dos maneras: por un lado tenemos la homofobia social, que responde a la serie de discursos ideológicos que consideran como patológica, anormal, ilegítima e incluso inmoral a la homosexualidad.

Entre estos encontramos el discurso religioso, ciertos discursos psicológicos, el discurso médico-biologista y el discurso jurídico, entre muchos otros. Y por otro, la homofobia internalizada, que consiste en la interiorización que hace la persona homosexual de estos discursos a través de la interacción con otras personas en espacios como el hogar,  la escuela y la iglesia, o a través de los medios de comunicación. Cuando esto sucede, la persona dirige los sentimientos de desprecio, rechazo e incluso odio –propios de la homofobia- hacia sí misma, dañando fuertemente su autoestima (lo que siente hacia sí misma) y su autoconcepto (lo que piensa de sí misma).

En este punto, una serie de mitos condicionados socialmente sobre la homosexualidad se convierten en una especie de profecías autocumplidoras para estas personas: “nunca voy a tener una familia”, “siempre seré el “raro” del trabajo, el barrio y la familia”, “de qué vale la pena vivir, si de todas formas me voy a condenar”, «me voy a morir sólo y abandonado” o “me voy a morir de SIDA”.

Esta última profecía autocumplidora, en el plano de la tendencia a infligirse castigo que las personas homosexuales suelen experimentar dada su condición de “anormalidad” y/o “inmoralidad”, se ha asociado a las prácticas sexuales de riesgo de infección con el VIH/-SIDA y/o otras infecciones de transmisión sexual (ITS). Hoy sabemos, con base en diversidad de estudios científicos, que no hay evidencia de ningún tipo de anormalidad o patología en la homosexualidad, lo que nos hace pensar que más bien lo enfermizo se encuentra en el plano social, y que se expresa en la violencia, discriminación y rechazo que se manifiesta hacia estas de personas.

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