Niños/as con comportamiento de género variante

Tengo un hijo de 7 años y estoy casi seguro de que es gay. Lo he sorprendido varias veces vestido de mujer, incluso maquillado y con collares. Hace poco, me dijo que quería salir a la calle vestido de esa manera. ¿Qué le puede estar pasando? ¿Qué puedo hacer?

 

     No podría afirmarse con contundencia que este niño es gay, pero es muy probable que estemos ante un niño con comportamiento de género variante. En estos casos, el niño o la niña pareciera sentirse más cómodo(a) vistiendo la ropa y asumiendo los roles propios del otro sexo. Es común encontrar, en el caso de los varones, que se identifiquen con princesas, se dibujen vestidos de mujeres y  muestren interés por los temas propios de las niñas de su edad. Incluso, en algunos casos, solicitan a sus seres queridos que no les llamen con  su nombre original, sino con uno de mujer.

 

     Esta situación suele asustar mucho a los padres o personas encargadas, pues tienden a pensar que han cometido un grave error que se manifiesta en este tipo de conductas; sin embargo esto no es cierto.  El comportamiento de género variante es una expresión de la sexualidad humana, no podemos calificarla de anormal o enfermiza de buenas a primeras. En estos casos, es de vital importancia que el padre, la madre o las personas encargadas se informen adecuadamente.

 

     Es preferible buscar a profesionales bien capacitados(as) y sensibilizados(as) que ofrezcan respuestas con fundamento científico, desde un enfoque respetuoso de los derechos humanos de las personas menores de edad.  Por desgracia, al existir todavía tanto desconocimiento sobre este tipo de casos, no sería de extrañar que se interprete de manera errónea, lo que podría dañar seriamente la autoestima del niño. Tal sería el caso de un abordaje psicoterapéutico que busque el origen de la “patología”; que pretenda modificar la conducta “anormal” o que incluso lleve este tema al plano de lo moral.

 

     Es estos casos, es de vital importancia el respeto a la identidad de género que presente el niño o la niña. Responde al derecho a la identidad. En este caso específico, el niño simplemente está respondiendo a sus propias tendencias, a sus necesidades y motivaciones, eso es todo. Es el entorno “diverso fóbico” el que reaccionará desde el desconocimiento y el prejuicio; probablemente rechazando y discriminando a este niño, lo que sin duda podría también dañar su autoestima y autoimagen. 

 

     Solo se conoce una actitud que los padres y madres deben asumir ante estos casos: apoyo total e incondicional ante sus hijos e hijas. Aunque suele ser un proceso muy duro, producto de la propia “diverso fobia”, se ha visto como padres y madres no solo logran comprender en buena medida lo que sucede con sus hijos(as), sino que también logran superar los mitos y estereotipos que giran en torno a este tipo de expresiones de la sexualidad, permitiéndoles aceptarles sin condiciones.

 

     Luego, viene un trabajo arduo de defensa de sus derechos. Uno de los espacios en los que más esfuerzos hay que hacer es en el centro educativo y, claro, en el grupo familiar. Según estudios realizados, algunos niños(as) con comportamiento de género variante cambian sus conductas con el paso de los años. Todavía no hay una explicación clara y convincente sobre lo que produce este tipo de expresiones, pero sí sabemos que no se trata, científicamente hablando, de algo enfermizo o anormal y que, ante todo, la prioridad será siempre velar por el debido cumplimiento de sus derechos. 

 

     Es maravilloso conocer padres y madres de niños y niñas que presentan esta condición, sobre todo cuando han avanzado en el proceso de comprensión y aceptación de sus hijos(as) y están ya fortalecidos(as). Muestran un claro y pleno convencimiento de que lo más importante es el amor hacia estos(as), y que cualquier obstáculo que esta sociedad “diverso fóbica” pueda poner en el camino no será nunca más fuerte que el mismo.

Activismo: «en contra de» o «a favor de…»

Me gusta el tema de los derechos humanos de las personas sexualmente diversas, pero en ocasiones, al escuchar a algunos activistas, me da la impresión de que se manejan desde el enojo y resentimiento. ¿Me pregunto si estas luchas podrán darse con un menor desgaste emocional?

 

     Hay que iniciar diciendo que se debe reconocer la vital importancia de las luchas que se dan en dirección de reivindicar los derechos humanos de las personas sexualmente diversas. Sin embargo, este trabajo puede hacerse, por decirlo de alguna manera, colocándose desde diferentes posiciones emocionales.  No vamos a decir que no es indignante y que no produce mucha cólera escuchar a personas que -valiéndose de un cargo público, un liderazgo dentro de una iglesia o incluso respaldadas por su rango de científicos/as-,  se atreven a emitir una serie de ideas o valoraciones morales que no hacen otra cosa más que reforzar los mitos y estereotipos que se han depositado históricamente sobre esta población.

 

     Ese enojo es muy válido y es una señal inequívoca de que se es consciente del daño y el sufrimiento que producen a estas personas y a sus seres queridos. Tal vez, la pregunta que cabe hacerse en este punto es: ¿debe desarrollarse el activismo fundamentalmente desde la indignación o puede ser asumido desde una dinámica emocional que incluso podría ser más funcional y beneficiosa en términos de calidad de vida?

 

Estar “en contra de” versus estar “a favor de”

     Una vez escuché a una amiga activista en el área de los derechos sexuales y reproductivos decir algo que luego me pareció muy cierto. Dijo que las y los activistas tenían que cuidarse mucho, pues el trabajo que hacen es muy importante.  Explicó que no solo es un asunto de cuidar la salud física, sino que también la emocional. Claro, ella sabía muy bien que el activismo suele ser muy cansado y en ocasiones frustrante.

     Lo que más me gustó fue cuando dijo: “tenemos que cuidarnos mucho, porque no somos muchas las personas que estamos en esto, y son mucho los cambios que tenemos que impulsar.”  Sin duda hay que tener muy claro aquello que queremos cambiar; cuáles son las diferentes formas de discriminación y violencia que no quisiéramos ver más; pero también es muy importante tener claro con qué estamos a favor.

 

El caso de los/as familiares y amigos/as de las personas sexualmente diversas…

    Por lo general estos grupos denuncian situaciones de discriminación, hacen incidencia política y expresan en medios de comunicación su determinación por hacer valer los derechos de sus familiares y amigos/as.  Pero también puede observarse con claridad que lo que en última instancia les motiva a realizar todo este trabajo es el amor hacia sus seres queridos; su deseo por acompañarles en el proceso por aceptarse total e incondicionalmente.

 

     Es evidente que desean que puedan expresar su sexualidad de forma libre, que puedan llevar el estilo de vida que más se ajuste a sus características y necesidades.  En las reuniones de este tipo de grupos hay espacio para muchas cosas: para denunciar, para el desahogo y para la comprensión del daño que los estereotipos sociales pueden producir a pesar de que son infundados. Sin embargo, lo que siempre termina predominando es la certeza de que es posible neutralizarlos y desarticularlos a través de la unión, la solidaridad y el amor. 

 

     Son muchas las ventajas que conlleva asumir el activismo desde esta posición. Por un lado, no se le estaría dando más importancia de la necesaria a quienes siguen intentando a toda costa que la ignorancia y el odio sigan predominando en torno a la diversidad sexual; se estaría modelando ante la opinión pública una actitud más orientada hacia el amor y el respeto hacia las personas sexualmente diversas y probablemente esto se expresaría en una mejor salud emocional,  lo que a su vez se es una condición idónea para este tipo de trabajo. Como dijo un amigo días atrás: “no le prestemos a las personas homo-lesbo-bi-trans-inter-fóbicas más atención de la necesaria; concentremos nuestros esfuerzos en informar, sensibilizar y modelar esta manera de comprender la diversidad sexual. Siempre logra más el sí que el no; el amor que el odio…”

¿Existe la bisexualidad?

Una amiga dice que la bisexualidad no existe, que lo que existen son gais y lesbianas que no logran reconocerse como tales…

 

     Cada vez más se reconoce la existencia de la bisexualidad como una orientación sexual.  Sobre este tema se ha hablado y se sigue hablando mucho, tal vez en parte porque nos cuesta comprenderlo. Un mito relacionado a este tema es que a las personas bisexuales les gustan los hombres y las mujeres en la misma proporción.  La experiencia clínica indica que esto no tiene que ser así; algunas personas sentirán una mayor inclinación hacia los hombres y otras hacia las mujeres. 

 

     Hay otros factores que entran en juego cuando una persona bisexual decide poner en acto su sexualidad, pues, en función de su proyecto de vida, es común que tengan que decidir entre tener o no hijos(as), si lo que desean es casarse (mientras no exista el matrimonio entre personas del mismo sexo en Costa Rica), si desean una relación prolongada en el tiempo o no. 

 

     Por causa de esta incomprensión tan común hacia estas personas, frecuentemente son cuestionadas e incluso rechazadas por otras personas que pertenecen a la diversidad sexual.  Esto es algo a lo que hay que ponerle mucha atención, pues podríamos estar reproduciendo actitudes bifóbicas hacia personas que tienen los mismos derechos y necesidades que cualquier otra. La diversidad sexual es una condición humana que nos permite comprenderla y admirarla en toda su amplitud, no nos cerremos las puertas a conocer y aceptar sin prejuicios ni estereotipos.

¿La homosexualidad se puede curar?

Hace poco se logró que el Gobierno retirara una declaración de interés  público ante un congreso de bioética, en el que iban a decir que la homosexualidad se puede curar. ¿Será posible que en este país las cosas podrían llegar a cambiar con respecto a la discriminación hacia personas sexualmente diversas?

 

     Sin duda las cosas se van dirigiendo en esa dirección.  Cada vez hay más grupos organizados para defender los derechos de las personas que pertenecen a la diversidad sexual.  Recordemos que hace poco tiempo se logró detener la iniciativa de realizar un referendo para que, una gran mayoría homofóbica, decidiera sobre los derechos de una comunidad como la sexualmente diversa.  En esta ocasión, se logró que el Gobierno retirara esta declaratoria, en la que apoyaba el congreso y más allá su posición ideológica: “la homosexualidad es un trastorno y por lo tanto, quienes quieran, pueden curarse y recuperar su heterosexualidad”.

 

     Estas acciones sientan un precedente, tanto ante la sociedad civil como ante el Gobierno y cualquier otra institución – como las iglesias Católica y protestantes fundamentalistas-, ante su acostumbrada la práctica de reforzar estereotipos e ideas falsas sobre la homosexualidad, aunque, como en este caso, estén respaldadas por investigaciones científicas. Curiosamente, también existen una buena cantidad de investigaciones científicas que sostienen la tesis de que la homosexualidad no es un trastorno ni una enfermedad, y que por lo tanto no debe ser curada.

 

     Estos precedentes hacen que se genere paulatinamente, en la opinión pública, una posición ante el tema, que se discuta y se reflexione acerca de algo sobre lo que se nos enseñó que no se debe hablar.  Son oportunidades para que los medios de comunicación informen sobre la diversidad sexual, sobre las organizaciones y sus líderes, para que en las redes sociales se creen debates. Este tipo de trabajo debe continuar. Las iglesias de masas y otras instituciones, tanto privadas como estatales seguirán actuando fundamentadas en mitos y prejuicios, para reproducir la homofobia social que tanto daño hace a muchísimas personas. La lucha por visibilizar a esta población y por defender sus derechos es el camino a seguir.  Los logros alcanzados son cimientos sobre los que se irán construyendo otros. Una felicitación para esos (as) líderes que dan la lucha  incansablemente.

 

Publicado en Revista Gente 10