Despertar del «patriarcapitalismo»

No se puede despertar de la pesadilla patriarcal sin hacerlo al mismo tiempo de la pesadilla capitalista, del «patriarcapitalismo.»

En estos días, ha quedado de nuevo en evidencia que este sistema, que ha subsistido a costas de la destrucción de la biosfera y la explotación inmisericorde del ser humano, está llegando a sus límites.

El distanciamiento social producto de la pandemia, favorece que muchas personas podamos reflexionar sobre otras posibilidades de actuar económicamente. (Al mismo tiempo que muchísimas otras están poniendo toda su atención en qué van a comer mañana ellas y sus familias).

Hablo de actuar económicamente porque esto, más que del afán enfermizo y compulsivo de lucro del gran capital, depende en última instancia de nuestros hábitos de consumo.

Por ejemplo, de reflexionar sobre principios como la propiedad compartida, las redes de cooperación solidarias, la economía local y regional, el comercio justo, el compromiso social para la igualdad y la sostenibilidad.

Reconsiderando conceptos como financiación, producción, comercialización y consumo, visto como un medio y no como un fin.Y con base en esto, cómo construir formas de vivir alejadas del estrés y el sinsentido propios de la búsqueda del poder y el estatus económico.

En las que haya tiempo para reencontramos a profundidad con nosotr@a mism@s y con nuestro entorno total, y desde allí empezar a construir una sociedad en la que la ilusión de vivir de forma digna y plena deje de ser una utopía.

COVID-19: Imagino a nuestro planeta desde el Espacio…

Imagino ver a nuestro planeta desde el espacio, y que unas manchas rojas que se van haciendo cada vez más grandes en diferentes partes, representan la expansión de la pandemia.

Desde aquí no se distinguen fronteras, ni ideologías de ningún tipo, y resulta tan poco creíble que, entre tanta riqueza y diversidad, predomine ahí una forma de vivir basada en la acumulación y el desprecio por la vida.

Que las vidas de sus habitantes giren en torno de la premisa de la superioridad de un sexo sobre el otro, y de las diferencias entre seres que desde aquí se ven tan pero tan similares.

Desde afuera se ve como un solo mundo, una sola tierra y un solo mar.

Me asombra cómo nos hemos perdido tanto, cómo hemos olvidado nuestra profunda vinculación con el planeta y sus ciclos, la asusencia de la capacidad de reconocer nuestra hermandad como humanidad.

Yo veo un solo planeta, y me conmueve darme cuenta de que a pesar del narcisismo y la prepotencia que nos caracteriza, nos necesitamos profundamente.

Y después de la pandemia, ¿qué?

Esperanza

En estos días de pandemia, en redes sociales abundan los llamados a la reflexión, a reconsiderar lo que es importante, a conectar con la propia interioridad.  Sin embargo, las cosas no van a cambiar porque sí, de forma espontánea. Es muy difícil que algo vaya a cambiar sustancialmente.

Como colectivo no tenemos la capacidad de reconocer y comprender el entramado de factores que producen la realidad social, la cual percibimos simplemente como natural. Defendemos los discursos y valores que nos oprimen, y esto se expresa en el enorme malestar social y la violencia que padecemos cotidianamente.

Nos resignamos a vivir esa realidad y nos acostumbramos a la frustración y al sin sentido. ¿Hay alguna posibilidad de salir de este estado obnubilado de consciencia? ¿De desarrollar las múltiples capacidades que tenemos y de dignificar la existencia?

 El filósofo francés Edgar Morin acuñó el término “pensamiento complejo”, que consiste en la capacidad de relacionar diferentes dimensiones de la realidad.  Se trata de una forma de pensar integradora y multidimensional. Sus ideas se han considerado en el ámbito de la Educación.

Sin embargo, podemos ir más allá. Uno de los principios de la Filosofía Perenne, término utilizado para hacer referencia a los grandes principios que subyacen a las corrientes místicas de la Filosofía, desde sus orígenes en la noche de los tiempos, es que todos los seres humanos tenemos la capacidad, aunque limitada por la misma sociedad, de entrar en contacto con dimensiones más profundas de la realidad, lo que implica un significativo y trascendental salto de consciencia.

La Psicología Transpersonal, que igualmente parte de la existencia de dimensiones no físicas, sutiles, trascendentales o bien espirituales en el ser humano, ha estudiado el hecho de que entrar en contacto con estas dimensiones, conlleva a desarrollar una consciencia de unidad con todo lo que existe, intuitiva, integradora y no dicotómica con respecto a la percepción de la realidad. Un incremento de la compasión y la empatía y un profundo respeto por toda forma y expresión de vida.

Por eso es común que estas personas cambien su manera de conducirse ante sí mismas y ante su entorno total, asumiendo estilos de vida compatibles con la sostenibilidad y la dignificación de la vida en el planeta, encarnando formas creativas para desarticular el orden predominante.

En estos días de aislamiento social, de pausa forzada, tenemos una gran oportunidad para considerar a fondo temas como este, investigar, profundizar y buscar lugares donde aprender a establecer ese contacto con nuestra interioridad, de lo que podría germinar la posibilidad de construir y  habitar un mundo mucho mejor.

Primero de abril: votemos en defensa de nuestro país

Luego de semanas de posiciones encontradas y fuertes ataques como parte de esta segunda ronda electoral, en los últimos días han estado viniendo algunos recuerdos a mi mente. Por ejemplo, el Mundial de Fútbol de Brasil, cómo ante los triunfos de la Selección nos abrazábamos en plenitud de orgullo patrio y una sensación de identidad y unidad como costarricenses; sin importar quien fuera la otra persona, su religión, clase social o su partido político.

Además, de las veces que nos ha tocado enfrentar emergencias por causa de fenómenos naturales como terremotos, huracanes o tormentas. De cómo nos nace con tal fuerza ese sentimiento de solidaridad que nos hace movilizarnos con tal de ayudar a quienes sufren más afectación, para que no les falte nada, para mantener su dignidad intacta; sin importar su etnia, nacionalidad o sexualidad.

Estas elecciones nos han permitido ver con claridad otras facetas de nuestra idiosincrasia. Esto, sin duda alguna, debe ser tema de análisis permanente y de toma de decisiones para la agenda social de este país, particularmente de la ciudadanía que queremos construir de ahora en adelante. Nuestra sociedad discrimina, niega derechos, impone la voluntad de la mayoría sobre las minorías, acepta cuando le dicen que hay personas y familias de primera y segunda categoría, no entiende de los rudimentos de la convivencia ciudadana en un sistema democrático ni para qué sirve o cómo funciona la Corte Interamericana de Derechos Humanos.  Una gran parte no sabe reconocer cuando enfrentamos un peligro.

Uno de los partidos políticos que puede llegar al poder es de corte neo pentecostal, una postura reconocida por su machismo, su ímpetu autoritario e impositivo, y por ser impulsada en Latinoamérica por grupos muy poderosos económicamente para, mediante el mercadeo de la fe y la teología de la prosperidad, sumar masas de personas a la lógica del capitalismo neo liberal, cuyas políticas económicas empobrecen aún más a quienes menos tienen. Su modus operandi es un atentado contra la dignidad del ser humano. ¿De qué no serán capaces una vez en el poder?

Este partido representa la incursión en nuestra vida política de las transnacionales de la fe. La presencia del neo liberalismo criollo es evidente. Su irrespeto a los derechos humanos y su objetivo de gobernar con base en una interpretación fundamentalista de los textos bíblicos, es un atentado contra nuestro sistema democrático y nuestro Estado de Derecho.

Estamos frente a una amenaza sin precedentes. En estos momentos, debemos anteponer al país y defender lo mejor de nuestra tradición democrática y civilista, los grandes logros históricos que han sido resultado de la lucha y el sacrificio de muchísimas personas. No podemos poner tanto en riesgo; debemos dejar atrás posturas pasionales ante esta coyuntura.

Es fundamental superar revanchismos políticos y posiciones partidarias para enfocarnos a dimensionar los riesgos de un gobierno de un partido de estas características. Sus líderes han sido claros al afirmar que no todas las personas tienen los mismos derechos en este país, que hay personas a las que consideran enfermas por causa de su sexualidad, aunque la ciencia no lo considere así.

Han indicado que transformarán al Instituto Nacional de las Mujeres en el Instituto de la Familia, claro está, para detener el avance de los derechos humanos de las mujeres. El neo pentecostalismo se opone a toda lógica del respeto a los derechos humanos y la dignidad de las personas, al tener como objetivo fortalecer los principios patriarcales y capitalistas que interesan a poder económico. Además del costo económico, es vital que dimensionemos el costo social que intenciones como esta pueden tener para cada una de las personas que habitamos este país. Hay gente que no cae en cuenta de cómo esto le puede afectar directamente, o bien a sus seres queridos.  Recordemos que recientemente,  en una sola semana murieron tres mujeres por causa de la violencia machista.

Debemos asumir nuestra responsabilidad como ciudadanía, leer e informarnos sobre lo que los gobiernos neo pentecostales han hecho en otros países de Latinoamérica.  Pensemos en términos de unión y hermandad, asumamos el compromiso de luchar para que este país siga siendo ejemplo a nivel internacional por su tradición y su vocación democrática.

Hoy nuestro país nos necesita a cada quien por igual.  Que sea una vez más el amor al prójimo, la sensación de sabernos una gran familia, la unión, el orgullo patrio y la solidaridad que nos heredaron nuestros antepasados lo que nos lleve a tomar la mejor decisión este primero de abril.

 

 

 

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