Machismo y homofobia

Masculinidad, machismo y homofobia

Por Dr. Erick Quesada*

Podría definirse al machismo como el conjunto de conductas, normas sociales, formas de pensar y de sentir propias de nuestros sistemas patriarcales, los que a su vez se fundamentan en la concepción de la supuesta superioridad del hombre sobre la mujer, y en la distribución desigual de poder entre éstos.

En la cultura machista, valores como la agresividad, la actividad, la exploración, la racionalidad y la acción sobre el medio y los recursos naturales se ven exacerbados hacia una agresividad destructiva, la actividad como principio del enriquecimiento y/o el poder sobre otros(as), la explotación de la naturaleza y de otros seres humanos.

Desde hace siglos, los hombres somos socializados para poner en acto nuestra masculinidad con base en estos principios y valores. No por casualidad las estadísticas demuestran el alto riesgo, tanto para nosotros como para otras personas, que esta forma de expresar nuestra identidad de género conlleva: los índices de violencia intrafamiliar contra la mujer, niños(as) y otras personas en el seno familiar, de homicidios y suicidios, de consumo de alcohol, tabaco y otras drogas –sólo para mencionar algunos-, se han disparado en los últimos años.

Por su parte la homofobia, o el miedo, rechazo y desprecio hacia los hombres gais (aunque no debe olvidarse que esta actitud también se dirige hacia mujeres lesbianas (lesbofobia), personas bisexuales (bifobia) y personas transgénero (transfobia)), es el alto precio que estas personas deben pagar por no cumplir con uno de los más importantes mandatos que nuestra sociedad patriarcal deposita sobre el hombre: ser tradicionalmente masculino (macho) y heterosexual.

Actualmente se plantea la posibilidad de cuestionarnos los fundamentos de nuestra identidad masculina para ensayar formas más sanas, asertivas y solidarias de convivencia, tanto con nosotros mismos, como con nuestro entorno total.  Es probable que mientras más nos alejemos, hombres y mujeres, del modelo de masculinidad tradicional y de sus valores, más nos aproximemos a una cultura del respeto hacia el ser humano, sin importar su orientación sexual.

* 8827-6174

Bisexualidad

Bisexualidad


Por Dr. Erick Quesada *

Cuando hablamos de diversidad sexual tomamos en cuenta dos variables: orientación sexual e identidad de género. Cuando nos referimos a la orientación sexual hablamos del sexo (hombre o mujer) hacia el que la persona  experimenta atracción física, sexual y emocional.  En el caso de la identidad de género, hablamos de las personas transgénero, que son aquellas que se identifican, en algún grado, con el género adscrito socialmente al sexo opuesto; es decir, hombres que se identifican con la feminidad y mujeres que se identifican con la masculinidad.

El caso de la bisexualidad tiene un carácter especial: muchas personas, incluso las que pertenecen a la diversidad sexual, no aceptan su existencia. Para muchas la bisexualidad responde a una etapa de transición hacia la aceptación de la propia orientación sexual –por ejemplo de una supuesta heterosexualidad a la homosexualidad-, y para otras se trata de una etapa propia de la adolescencia, donde los y las jóvenes podrían experimentar con ambos sexos como parte de su proceso de búsqueda y definición de su personalidad.

Sin embargo, diversos estudios demuestran que la bisexualidad es una expresión más de la sexualidad humana, tan legítima como el lesbianismo, la homosexualidad o la heterosexualidad. También se ha visto que es común que estas personas suelan experimentar una mayor atracción hacia uno de los dos sexos, lo que hace que muchas veces decidan comprometerse con un estilo de vida gay o lésbico, o por el contrario heterosexual.

No obstante, también hay casos donde la persona decide abrirse a la posibilidad de tener parejas de ambos sexos.  Lo importante en estos casos es que la persona bisexual adecue su estilo de vida a sus más genuinos intereses y necesidades, ya sea tanto a través del proyecto de conformar una familia; del poliamor (la capacidad de amar y compartir con dos o más personas simultáneamente) o de la pareja abierta (los(as) miembros(as) de la pareja deciden mantenerse unidos pero aceptan relaciones con otras personas esporádicamente), entre otras opciones.

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