¿Tolerancia o respeto hacia las personas sexualmente diversas?

Algunas personas dicen que hay que tolerar a las personas sexualmente diversas, mientras que otras afirman que se les debe respetar y aceptar. ¿Se está hablando de lo mismo?

     En realidad no es lo mismo tolerar que respetar.  Una vez escuché a una persona decir que es tolerante de las personas homosexuales porque si una de ellas se llegara a sentar a su lado en el bus no se movería de su asiento…  La expresión evidencia claramente la homofobia que padece.  Aunque tolerar significa admitir de otras personas una forma de actuar o pensar diferente a la propia, no debemos dejar de lado que otro significado del término podría ser soportar algo que en realidad resulta molesto, que incomoda.

     Por ejemplo, alguien podría decir: “tengo que tolerar a mi jefa con todo y su mal carácter”, o “puedo tolerar este dolor de estómago hasta que terminen las clases”.  Otra frase cargada de homofobia y que va en la misma dirección es: “a mí no me importa tener compañeros gais en el trabajo, yo comparto con ellos pero eso sí que no se les ocurra echarme el cuento o ponerse cariñosos conmigo”.

     Este decir encierra una serie de estereotipos sobre esta población.  Aceptar y respetar es otra cosa. Respetar es concebir a esa  persona diversa sexualmente en toda la amplitud de su humanidad, como un ser integral que no puede ser reducido a su orientación sexual y/o a su identidad de género. Consiste en reconocer a esa persona en aquellos componentes que nos identifican, que nos hacen iguales, que nos hermanan. Esta capacidad está fundamentada en un análisis crítico de la realidad, en la toma de conciencia de que lo que nos han enseñado sobre la sexualidad humana está atravesado por un sinnúmero de mitos y estereotipos, y que los mismos pueden ser muy dañinos para las personas que pertenecen a la diversidad sexual, así como para sus familiares y personas cercanas.

     Quienes saben respetar han dado un paso más allá en su crecimiento personal; han logrado superar sus propios prejuicios, han aprendido sobre la humanidad y sobre su propia humanidad.  Quienes han logrado esto saben que todos/as, mujeres y hombres, a pesar de nuestra orientación sexual y nuestra identidad de género sufrimos, aunque está claro de manera diferente, de la opresión de un sistema patriarcal que nos obliga a ser heterosexuales monógamos(as), a casarnos y tener hijos(as) para cumplir con los mandatos de lo “normal” y lo deseable. Dicho de otra forma, quien verdaderamente se saber respetar y aceptar según sus propias características y condiciones, será capaz entonces de respetar y aceptar a las demás personas, sin importar las diferencias.

Publicado en Revista Gente 10

 

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